Hace varios meses se estrenó aquí en la Argentina,
la película Salvador Allende, un documental de
Patricio Guzmán. El film empieza con una metáfora: el protagonista descascarando las varias capas de pintura de una pared al costado de un camino y dejando al descubierto parte de un mural de maravilloso colorido y fuerza expresiva... una metáfora, lo que se ocultó y lo que persiste ahí... latente... hablándonos desde algún lugar sobre nosotros mismos.
Este post refiere a un libro y a
una nota publicada en el matutino Página/12, el 8 de octubre pasado:
Entre 1963 y 1973, el diseño gráfico chileno vivió su mejor momento, pero su importancia y popularidad se confirmó durante la presidencia de Salvador Allende, con los afiches y carteles del diseñador Vicente Larrea [...] Los originales y bocetos sobrevivieron la censura, y hoy vuelven a ser reivindicados, estudiados en universidades y hasta reunidos en el libro Cartel chileno 1963-1973, que recopila las piezas más significativas del período. *
Hablemos del libro. El trabajo fue llevado adelante por el colega
Eduardo Castillo y editado por
Ediciones B Chile. En él se presenta a
Larrea no sólo como un gran diseñador gráfico, sino como uno de los artífices de la imagen del gobierno de Salvador Allende.
[...]el acceso a la cultura se democratizó y el gobierno invitó al pueblo a participar de esa nueva realidad a través de una de las herramientas de comunicación masiva por excelencia: el afiche. *
En el mismo período se produjo un auge de la música chilena, con movimientos como la
Nueva Ola,
Neofolklor y
La Nueva Canción Chilena. Larrea trabajó codo a codo en el diseño de tapas con grupos como
Inti-Illimani y
Quilapayún; y personajes de la talla de
Víctor Jara. Junto a su hermano, Antonio, Vicente diseñó 110 cubiertas para la
Discoteca del Cantar Popular y más de 300 afiches y logos para varios de estos músicos. Otro ida y vuelta importante en la gráfica de los hermanos Larrea, fue el que establecieron con las
Brigadas Muralistas, si bien éstas últimas adoptaban por momentos un discurso más agresivo, con el que la dupla de diseñadores no estaba demasiado de acuerdo.
La agregada cultural de la Embajada de Estados Unidos en Chile, Warny Lynn Smith, visitó unas cuantas veces la oficina de Larrea en busca del secreto del éxito de la campaña gráfica de la Unidad Popular. “Estaba convencida de que, detrás de las tres personas que nos encargábamos de todo, había otro grupo de especialistas en comunicaciones trabajando simultáneamente en un lugar menos visible”, confiesa Vicente. *
“Nunca recibimos directrices de estilos o contenidos de parte de nadie, se valoraba la responsabilidad social, no la inclinación política, y eso fue muy saludable para mantener la independencia de nuestro trabajo”. *
Con el golpe militar de 1973 buena parte de la producción artística y cultural vinculada al gobierno de Allende fue destruida o censurada. La obra de los Larrea sin embargo se salvó del exterminio. Con ese panorama se encontró Castillo, quien abrigaba ya la convicción que lo llevó a iniciar la recopilación y que tiene mucho que ver con la idea que les señalaba al principio:
“Cuando estudié diseño en los ’90, noté que las universidades estaban ajenas a la tradición del afiche chileno de los ’70, pese a que ése fue el período fundacional del diseño gráfico en nuestro país, y pensé que era un legado que podía ser una motivación para las nuevas generaciones de diseñadores” [...] *
* Las citas pertenecen a la mencionada
nota periodística, por Ina Godoy, Página/12, 08/10/2006.
Visto en
De 30 y pico.