Una larga tradición presenta en Japón la impresión con bloques de madera. En un principio utilizada para difundir la palabra de Buda, al incorporar el color fue también dando origen a una forma de arte pagano del cual las familias ricas eran las principales consumidoras. Temas como el teatro kabuki, la vida cortesana y los paisajes románticos empezaron a aparecer hacia el siglo XVII.
La técnica no era para nada sencilla e involucraba a menudo a cuatro especialistas: el diseñador, el grabador, el impresor y el editor. El dibujo se hacía en un papel delgado casi transparente, del cual se pasaba (en espejo) al bloque de madera. Se utilizó mucho la madera de cerezo, pero luego fue reemplazada por la corteza de mulberry. El grabador se encargaba de dejar la imagen en negativo. Se generaba un bloque para cada color, el número de colores podía llegar hasta 20 (¡!). El impresor entintaba las zonas en relieve del bloque y se colocaba un papel en contacto con ellas. Luego se frotaba el reverso del papel con una almohadilla redonda.
Visto en Plep.
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