Hace un tiempo leí en el diario El País (de España) una nota escrita por Bárbara Celis que hablaba sobre la posición de los editores de libros en EE.UU. crisis financiera mediante. Me hizo pensar en una conducta que tipifiqué hace un tiempo en El Burlador: la de la profecía autocumplida.
Las bibliotecas estadounidenses bullen. Pocos lugares pueden presumir de tener más clientes en plena crisis económica, [...] (fuente: el país)
Está claro que los números parecen hablar por sí solos. Las principales cadenas de librerías como Barnes & Noble y Borders registran pérdidas millonarias y se sitúan al borde del colapso. Pero... ¿No debería significar algo que la gente esté concurriendo masivamente a las bibliotecas y que las ventas on-line hayan aumentado un 17% aún en tiempos de crisis?
[...] hay quien asegura que el problema del mundo editorial no tiene ninguna relación con la crisis, sino con un sistema de negocio que se ha quedado obsoleto. "Los libros no suelen sufrir en tiempos de crisis porque son uno de los entretenimientos más baratos. El problema es que el mundo editorial hoy funciona de la misma manera que en el siglo XIX [...] (fuente: el país)
La falta de adaptación a los nuevos tiempos: a la tecnología, a los cambios en los hábitos de lectura... cuando no a una modificación sustancial en el perfil del lector y en su forma de entender al objeto libro. Todos estos planteos parecieron durante años meros vaticinios apocalípticos. Eso afirma Mort Janklow cuando dice que la música, el cine y la televisión están modificando su modelo de negocios para adaptarse a Internet (por ejemplo) pero los editores van a la zaga. Según este experto editor, tal vez sean las editoriales pequeñas -como Canongate Books, de Escocia, que decidió pasarse al formato digital- las que introduzcan los cambio más rápida y más eficazmente:
[...] como ocurre con muchas revoluciones, puede que sean precisamente los pequeños quienes introduzcan grandes cambios [...] (Mort Janklow, fuente: el país)
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