sábado, junio 03, 2006

Releer a Kandinsky


composición con foto de Kandinsky, por Federico Diaz Mastellone


Hace algunas semanas me tocó preparar una clase sobre un texto que había leído hace un tiempo (cuando era estudiante): Punto y línea sobre el plano de Wassily Kandinsky. Pensé que me iba a encontrar con el mismo libro que había dejado aquella vez y, muy por el contrario, me encontré con una de esas obras que pueden releerse en varios momentos de la vida y seguir diciéndonos cosas nuevas.

Lo que escribió Kandinsky sigue siendo revolucionario a pesar de los años... porque plantea un acercamiento a los elementos compositivos tan primario y a la vez tan espiritual y profundo que no tiene tiempo.

Luego de que pasaran (desde 1923) cantidad de movimientos intelectuales y artísticos, luego de que las "maravillas" y las "pesadillas" tecnológicas cambiaran nuestra manera de ver y de representar... luego de todo eso: el ser humano sigue siendo un punto parado en el plano de la existencia; y mira al punto pictórico como quien se mira interiormente.



Quien no esté capacitado para observar debe abstenerse de la teoría artística. sus intentos al respecto no llegarán lejos, sino que más bien servirán para ahondar la separación que hoy media entre el hombre y el arte.


La fórmula es como una superficie matamoscas en la que sólo quedan atrapadas las moscas torpes.


La confección es un medio para lograr un objetivo y debe ser interpretada de ese modo. En otros términos, la confección no debe proceder individualmente, sino que debe ser útil a la composición -el objetivo- como todos los restantes elementos -medios.


Los sismos provenientes del adentro son de otra índole. Su origen está dentro del hombre y acciona en su interior. Aquí el hombre no es un espectador a través de la ventana, sino que está en la calle. Los sentidos atentos convierten cualquier pequeño movimiento en una gran vivencia. Desde todas las direcciones emanan voces y el universo todo resuena. Hacemos grandes hallazgos en lo cotidiano, como un explorador que penetra en tierras ignotas. Nuestro derredor, habitualmente silencioso, comienza a manifestarse en una lengua cada vez más significativa. De esta forma, los signos muertos se transforman en símbolos y renace todo lo yerto.

2 comentarios:

Juan Ignacio Visentin dijo...

A medida que uno aprende más y más cosas y crece profesionalmente, la relectura de los "clásicos" (sean de la disciplina que sea) siempre logran dejarnos algo nuevo, un neuvo enfoque o punto de vista. Evidentemente hay libros que nos acompañarán toda nuestra vida para apuntalarnos en nuestro aprendizaje infinito.
Felicitaciones por el blog!

Federico Díaz Mastellone dijo...

Gracias Juan Ignacio por el comentario.

Creo que tenés mucha razón, el aprendizaje es permanente, independientemente del momento de la vida en que nos hallemos.

Gracias por la reflexión. ;)