Recuerdo que cuando era estudiante de diseño gráfico lo "odiaba con toda mi alma". Una vez al año (más o menos) Norberto Chaves venía a la Argentina, y la Universidad de Buenos Aires (casa de la que luego fui docente) lo invitaba a dar una charla que -casi siempre- se realizaba en el Aula Magna de mi facultad (la FADU). Acostumbrado a los modelos teóricos, a los casos de estudio... el "discurso Chaves": confrontativo, irreverente, provocador... me desencajaba y me generaba violencia. Una vez, recuerdo, ante el planteo de cómo iba a hacer el mercado argentino para absorber la enorme cantidad de diseñadores que estaban egresando año tras año... Chaves fue categórico: "habría que cerrar las facultades por diez años" (¿¡Se imaginan...?!)
El año pasado tuve la enorme suerte de que Norberto accediera a dar una charla (absolutamente informal) en la Unión de Diseñadores Gráficos de Buenos Aires, asociación de la que formo parte. Esa charla volvió a repetirse anoche, un año después. En el mismo clima de intimidad contestó preguntas y volvió a lanzar algunas de sus máximas. Sólo entonces terminé de entender bien QUÉ hace Norberto, qué propone cuando "provoca" desde su discurso para obligar a que sus interlocutores salgan de su "zona de confort" y puedan abordar el problema desde otro lado.
En el juego... que él despliega desde el humor y el sarcasmo, va dejando migajas de pan que son los verdaderos indicios y que sólo quien puede sustraerse a la enunciación confrontativa, puede ver.
El ejercicio que propone Chaves es el de cuestionarse "todo"; derribar cualquier certeza para poder discriminar los condicionantes externos, de los autoimpuestos. Lo que nos sirve de trinchera, puede ser a veces un pozo, que nos hace perder de vista el horizonte.
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